El crecimiento
no es lo mismo que desarrollo y el desarrollo no precisa necesariamente de
crecimiento.
Hoy no nos enfocamos
a comprender las cosas, solo a asociarlas con algo conveniente para nuestro
ego, somos ingenuos al pretender el poder, y solo estar alerta ante las
bacantes políticas y no orientamos nuestra visión al cambio. Las potencias
mundiales son llamadas así por su desarrollo industrial, por sus macro
inversiones y por esconder sus macro daños, que al ser de tal tamaño la destrucción
no se sabe si se puedan remediar. Como seres tradicionales tenemos un lenguaje
tradicional, y eso nos pone en desventaja ante el lenguaje de ciencia, que tras
las líneas oculta sus grandes pretensiones y afectaciones hacia nosotros
mismos. Es posible tener educación sobre todas las cosas, pero solo las
comprenderemos si las vivimos en su esencia como tal. Como seres humanos lo que
nos hace únicos en realidad es que ningún otro ser es estúpido, salvo nosotros;
puesto que aun sabiendo que algo está mal, caemos en el error y en un tiempo lo
volvemos a cometer cíclicamente, como personas, crecemos a medida que
satisfacemos nuestras necesidades, hasta llegar al punto de desarrollar nuestro
ser, ligado del hacer, tener y estar.
No basta con medir los indicadores
macroeconómicos, hay que considerar los aspectos de calidad de vida al momento
de llamar potencia a un país o región; además sabiendo que no tenemos el poder
el poder de cambiar el mundo y que lo realmente podemos es cambiar nosotros,
pues empecemos por ahí, siendo actores, siendo sujetos atados a la justicia, y
dejando de alimentar el capitalismo que nos domina, simplemente el hecho de
tener una mentalidad humanista y llegando a una autorrealización del ser,
lograremos ser parte del cambio, ser personas que marcan la diferencia y que
luchan por un hoy justo y un futuro esperanzador.